FLOKeando en Ecuador
Milton Cerda1
Imaginemos por un momento que producimos cosechas cien por ciento libres de pesticidas, herbicidas y libres de transgénicos. Sin duda, son productos apetecibles al ser más saludables para la vida de las personas, son productos más «naturales», pero no solo son saludables, sino que estos productos son la garantía de que la vida humana y posiblemente la de otras especies habite sobre el planeta tierra. Esta garantía para la vida se ve vulnerable cuando, en nombre de las «reglas del mercado» por medio de los derechos de propiedad intelectual, se pretende romper el círculo vital y virtuoso de los alimentos del mundo. Veamos como ejemplo el maíz:
Para que el maíz sea como lo conocemos ahora, ha sido cuidado, cultivado, intercambiado, reproducido y almacenado por las comunidades por miles de años para pasar de ser un alimento importante en forma de espiga a convertirse en una mazorca imprescindible. Hoy en día, muchísimas variedades de maíz están desapareciendo. Este proceso de mejoramiento y producción del maíz ha sido sostenido por el conocimiento y sabiduría de nuestros pueblos ancestrales y tradicionales. Sin embargo, en los tiempos neoliberales, en algunos países2, se le ha quitado a la humanidad la posibilidad de seguir cuidando y cultivando su maíz porque, al trabajar con semillas del mercado internacional y según los derechos de propiedad intelectual, si una persona dedicada a la agricultura compra una semilla de maíz y la siembra, tiene derecho a la cosecha pero no a sembrar nuevamente la semilla fruto de dicha cosecha mientras no pague otra vez por esta «nueva» semilla. Es decir, que el que siembra y cuida no tiene derecho a regalar, intercambiar ni almacenar los nuevos granos para convertirlos en semilla.
A partir de aquí, surgen algunas preguntas para reflexionar:
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¿Por qué las empresas multinacionales de «alimentos» se apropian de productos que han sido reproducidos por el esfuerzo milenario de pueblos y comunidades?.
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¿Por qué se limita y se elimina el derecho a los campesinos a seguir desarrollando su práctica ancestral de conservar las mejores semillas de la cosecha para volverla a sembrar y reproducir la vida?.
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¿Por qué se permite que el maíz transgénico desplace a los maíces locales, permitiéndole «competir» con los mismos?.
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¿Por qué se prohíbe compartir, intercambiar y almacenar el maíz, cuando esta ha sido una práctica cultural vital de los pueblos?
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¿Por qué se impone el beneficio individual sobre el bien común?
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¿Por qué las empresas multinacionales se pueden apropiar del patrimonio biocultural?
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¿Convendría declarar al maíz y otros productos patrimonio biocultural en el marco de una nueva lógica que garantice su «no privatización» y un marco de bienes comunes de la humanidad?
A esta lógica comercial injusta en la que se privilegian los beneficios y acumulación de las empresas multinacionales, se suman otros efectos como como son:
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Poner en riesgo las pequeñas economías que permiten subsistir a los agricultores.
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Producir desplazamientos humanos del campo a las urbes generando pobreza.
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Dañar la salud de la personas personas y animales que están en contacto con agrotóxicos y posiblemente consumen estos productos.
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Pérdida de soberanía alimentaria y dependencia.
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Daños a las fuentes del agua y a los suelos.
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Daños al ecosistema en general por el uso de pesticidas y herbicidas, entre otras externalidades negativas.
En México, donde la gente reivindica que «sin maíz no hay país»3, Amalia4, anciana de la población Xochimilco, expresa: « El maíz blanco es vida, el rojo la sangre, el negro la tierra, el amarillo la abundancia para que no nos falte la comida». Sobre el maíz Monsanto dice: «Ese maíz no tiene vida, ese maíz no tienen espíritu, ese maíz no es nuestro hermano».
Este es uno de los ejemplos de cómo la acción neoliberal choca con los procesos culturales latinoamericanos, y no es el único. El capitalismo cognitivo es un puñal en el corazón de Latinoamérica, una herramienta de dominación, quizás la más efectiva y peligrosa al mismo tiempo.
Un caso reciente (2013) sobre esta realidad es la destrucción de más dos millones de toneladas de semillas principalmente de arroz en Colombia5 por ser semillas «no certificadas» y porque se prohíbe el uso de semillas «nativas» o «criollas». En Colombia, se ha creado6 regulación para usar solo «semilla legal» y esta categoría es exclusiva de la semilla «certificada». No es comprensible la criminalización de campesinos y agricultores por el uso de semillas «nativas» o «criollas», ya que estas semillas deberían declararse patrimonio biocultural de los pueblos, al ser fruto del trabajo y esfuerzo de los pueblos que han habitado estas tierras por miles de años. No se debe prohibir la venta o intercambio de estas semillas y de los frutos provenientes de ellas y sí se debe prohibir su apropiación y privatización, como también las regulaciones que dan exclusividades a las empresas «obtentoras».
Este caso de la agricultura es uno más entre tantos otros campos donde el capitalismo cognitivo impone su fuerza y estrategia para dominar y consolidar su poder sobre las grandes mayorías del planeta. Podríamos señalar miles de ejemplos, desde la soberanía tecnológica al acceso a la publicación científica o a la gestión y al urbanismo salvaje en nuestros territorios. Este libro los ha enunciado más detenidamente en sus distintas secciones y seguramente nos ayude a ser conscientes de las problemáticas que suponen para nuestros pueblos las herramientas fundamentales utilizadas para aplicar y sostener estas lógicas depredadoras, generadoras de asimetrías, basadas en los instrumentos de propiedad intelectual ADPIC y los «acuerdos» o imposiciones comerciales tipo Tratados de Libre Comercio (TLC) y sus variantes.
FLOK significa «Free/Libre Open Knowledge», conocimiento libre y abierto, y el denominado buen conocer supone la búsqueda de consolidar y aplicar este tipo de conocimiento común, en un país que se ha planteado el buen vivir como paradigma colectivo de sociedad y que intenta dar luces a la humanidad con propuestas posibles que contrarresten esta lógica depredadora.
Como promotor y activista del software libre, la cultura y el conocimiento libre y abierto, el proyecto Buen Conocer / FLOK Society es un acontecimiento de alta importancia porque hace posible la convergencia y acción colectiva de varios actores de la sociedad para realizar una minga7 del conocimiento, con la finalidad de construir lineamientos y recomendaciones para la definición de políticas públicas a partir de nuevos enfoques. Todo ello construido desde «abajo», en un momento en el que el proceso político del Ecuador, requiere «nutrirse» de ideas y propuestas desde la sociedad civil, y en el marco de los argumentos paradigmáticos como el buen vivir y el cambio de época que vive la humanidad.
Entre las características y logros del proyecto Buen Conocer / FLOK Society podemos mencionar:
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Disposición y capacidad de escuchar a los participantes por parte de los involucrados en el proyecto.
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Innovación en los procesos de participación ciudadana, tanto en eventos presenciales como por medios virtuales.
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Acceso en tiempo real al desarrollo y producción de documentos y papers.
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Desarrollo de trabajos en grupo para dar respuesta a los diferentes momentos del proyecto.
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Implementación de herramientas y mecanismos para comentar y retroalimentar la elaboración de los papers, que fueron base para la discusión de temáticas de trabajo del proyecto. Mesas de trabajo temáticas con la participación de actores de todos los sectores: pueblos y nacionalidades, estudiantes, académicos, investigadores, activistas, funcionarios públicos, organizaciones sociales, ONG, etc.
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Creación de espacios de construcción colaborativa para la ley de software libre, espacio que desembocó en un nuevo espacio colaborativo para la construcción del Código Orgánico de Economía Social del Conocimiento e Innovación COESC-i8
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Capacidad para juntar y lograr la participación de organizaciones, colectivo, activistas de diversos ámbitos y ciudadanía en general.
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Producción de más de catorce documentos de recomendaciones de políticas públicas en áreas como educación, ciencia, cultura, agricultura, biodiversidad, fabricación, energía, saberes originarios, tradicionales y populares, economía social, gobierno abierto, hardware y software libre, conectividad, entre otros.
El desarrollo del Buen Conocer / FLOK Society en Ecuador se puede resumir como un proceso interesante de creación colaborativa de «inteligencia colectiva significativa», en una simbiosis entre saberes, conocimientos y desafíos de vanguardia y de «aterrizajes» contextualizados a la realidades cotidianas locales. De esta manera, se han creado un sinnúmero de iniciativas que pueden considerarse como microrresultados, «semillas en suelo fértil» y un macroresultado expresado en un know-how colectivo en torno a una manera innovadora de construir futuro para los comunes y para el bien común.
FLOK llega en un momento importante de transformación y transición de la vieja institucionalidad pública, inyectando nuevas iniciativas que deben ser consideradas en la búsqueda de soluciones a los desafíos, no solo de gobiernos progresistas constructores de buen vivir, sino también para los desafíos en general de la denominada sociedad de la información y del conocimiento.
Los temas propuestos son de importancia y deben ser considerados en la agenda del siglo XXI por grupos y organizaciones dedicadas a la búsqueda y construcción de sociedades que prioricen el bienestar de todos y todas. Así mismo, desde las organizaciones de la sociedad civil que hemos podido participar de un proceso de este tipo vemos la riqueza de la metodología participativa que intenta juntar a los diversos actores de una sociedad en torno a temáticas de suma importancia para todos pero que no delega las decisiones solo sobre los actores políticos, sino que nos permite involucrarnos en asuntos tan importantes como las políticas públicas y juntarnos con «expertos», que sirven como puentes o intermediarios, hacia los tomadores de decisiones y hacia la concreción de políticas reales.
Con la crisis mundial civilizatoria que atraviesa la humanidad, cada vez son más claros los caminos por donde NO debemos ir y, con enfoques como el buen conocer, podemos encontrar nuevos caminos por donde transitar para construir el bien común y simultáneamente deconstruir la institucionalidad depredadora de la vida y de la humanidad. Lo más importante de todo este proceso de construcción colectiva, en el que hemos podido participar como individuos, organizaciones y como país, es comprenderlo como un método innovador y replicable.
Plantea una alternativa concreta al encierro del conocimiento copyright a través del copyleft que nos permite compartir y crear infinitamente. El método Buen Conocer debe superar fronteras nacionales y reproducirse en las diversas realidades de los diversos pueblos del mundo que lo necesiten. Quizás el Ecuador y Quito son nuevamente «luz de América» y del mundo al ser el lugar de nacimiento de este experimento pionero, que muy seguramente, servirá como luz al final del túnel y como experiencia que despierte y acompañe a otros pueblos a esta gran reivindicación por un mundo donde el conocimiento sea libre y común, al servicio del buen vivir de la humanidad.
Quito, Ecuador, Febrero 2015.
1 Activista del software y cultura libre y de la democratización del conocimiento. Universidad Salesiana de Ecuador.
2 Véase documental 970 https://www.youtube.com/watch?v=kZWAqS-El_g.
5 Véase documental 970 https://www.youtube.com/watch?v=kZWAqS-El_g.
6 Véase resolución 970 en Colombia, la cual cataloga de ilegales todas las que no sean certificadas.
7 Minga «es una tradición precolombina de trabajo comunitario o colectivo voluntario con fines de utilidad social o de carácter recíproca». Véase http://es.wikipedia.org/wiki/Minka.